sábado, 21 de abril de 2012

No pienses en un elefante


El título que da pie a esta entrada es el que tiene un famoso tratado sobre comunicación política. Pero no se trata de escribir sobre ella por muy interesante que sea, y que no descarto en un futuro, sino de reflexionar sobre el poder y el liderazgo a raíz de los últimos sucesos acaecidos al monarca español.

El otro día nos desayunamos con que el jefe del estado sufre un accidente cazando elefantes. A continuación sabemos que no en la primera excursión que hace encima las revistas del corazón parecen haber encontrado una nueva presa levantando el velo de silencio que cubría a la feliz monarquía española. Pero tampoco voy a entrar en el hecho en sí ni en la carga moral, ética o su catadura, sino en lo que pone de manifiesto y que no dejará de ser para algunos un ejercicio de ciencia ficción. Porque, más allá de la anécdota ¿Qué significa todo esto? O, al menos ¿qué pone de manifiesto?

Un país en crisis donde la mayoría de la población vive angustiada, dónde los logros de los últimos 30 años han desaparecido de la noche a la mañana, dónde habrá que pagar un 66% más por estudiar sumado al descenso de las becas, dónde el gobierno lejos de ofrecer esperanza no hace más que repetir el mantra del camino único, pero sin decir en ningún momento hacia dónde va ni dónde terminará.

Tras analizar los diferentes tipos de liderazgo, sus manifestaciones, sus características poner ejemplos, las cualidades que ha de tener, creativo, coherente, aglutinador, resulta que se nos manifiesta la zona oscura. Un lugar que no hacen falta liderazgos, donde el poder es de los que debe ser, donde los problemas que sufren los del otro lado nada tienen que ver con ellos. Aquello que dijo el rey en Navidad sobre el ejemplo que deben dar los cargos y últimamente la preocupación por el paro y los jóvenes. Nada, todo mentira, en la zona oscura nada importa, nada interesa, porque nada afecta. Me viene a la memoria aquella joya del cine “El tercer hombre” entre Orson Wells y Joseph Cotten en la que el primero le muestra la gente desde lo alto de la noria de El Prater y le propone ganar una gran cantidad de dinero por cada puntito que se pare. O algo que pregunté un día al ver en la carta de un local de copas de Barcelona una boetta de champagne de 7000 euros que no era otra cosa que si aquello estaba de adorno, y la respuesta del camarero fue que un grupo de chavales en un reservado pedían dos o tres cada sábado por la noche ¿Quiénes son? O mejor dicho ¿qué puede importarles lo que le sucede a unos pequeños seres? ¿En qué ocupan su tiempo sin tener preocupaciones como la del común?

No pienses en un elefante, piensa en lo que hay detrás de él.

Luis Miguel Guerra

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