jueves, 2 de febrero de 2012

Fuera máscaras

La fiebre de anunciar proyectos y reformas se ha apoderado de los ministros del PP se ve que  la estruendosa ausencia del líder ha de ser camuflada por su gabinete. Lo curioso es que lo que era prioridad durante la campaña, la lucha contra el paro no resulta ser tanta prioridad, arreglar el desaguisado económico de la etapa Zapatero se ve que no se soluciona con la sola llegada al poder del registrador gallego como decían. “Doscientos puntos de prima de riesgo se iba a llevar Zapatero a León” decía un periodista experto en economía. Pero resulta que las medidas con las que nos desayunamos cada día no son un plan de empleo ni nada por el estilo aunque Rajoy ya sabe que su reforma laboral provocará una huelga general, sino que son una batería de reformas encaminadas no sólo a liquidar de un plumazo los derechos y libertades adquiridos en los últimos ocho años sino a los de treinta años de democracia. Como profesional de la educación empezaré por el asunto que el insigne sociólogo ministro de educación puso sobre la mesa, liquidar Educación para la Ciudadanía en base a su supuesto adoctrinamiento de las masas, mantra repetido insistentemente durante estos años por los sectores más reaccionarios del país sin argumento alguno, cómo le sucedió al ministro que tuvo que tirar de un texto no académico para justificar lo incalificable. Ante la escandalera provocada se ha dicho que no será libro de texto pero puede estar en el colegio en la biblioteca y ser consultado. De nuevo la inquisición, lo que se puede leer y lo que no. A mí me resultan más peligrosos los que publican César Vidal, Pío Moa o el mismo Aznar. Pero la cosa no acaba aquí, sale a la palestra el ministro más centrista del gobierno, el vilipendiado por COPE e Intereconomía, el que ha dejado Madrid en la ruina más absoluta, Alberto Ruiz Gallardón, que haciendo gala de su progresismo propone una ley del aborto que nos retrotrae a antes del 85, incluso anuncia que será más dura que aquello, o lo que es lo mismo de tres supuestos a dos y ya veremos si después no se le ocurre… Eso sí, él defiende la vida. Después aparece en escena la ministra de sanidad Ana Mato que se quiere cargar la píldora del día después porque puede ser nociva para las más jóvenes y encarga estudios para comprobarlo. Eso significa que los anteriores ni estudios ni nada, las puso en la calle por la cara y sin autorización médica, claro que se puede esperar de alguien que el primer día transformó la violencia de género en violencia en el entorno familiar. Y aún falta Cañete y sus trasvases. Y no hablemos de Garzón en el banquillo, Camps en la calle y Trillo finalmente liberado del peso del Yak 42.
Algo hay que reconocerles, coherencia con su línea ideológica y ya que no pueden contentar a los que creyeron que el paro se solucionaría al día siguiente, se vuelcan en su electorado más ultra y retrógrado. Igual cabrean a mucha gente pero les da igual, Rouco Varela está muy orgulloso de ellos.
Luis Miguel Guerra

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